Una joven mexicana se adentra en África para realizar labores sociales con niños necesitados
La talentosa María Eugenia Chico Rodríguez, originaria de Guanajuato y residente de la Ciudad de México, decidió vivir una experiencia única y enriquecedora al pasar todo un mes en mayo realizando labores de ayuda para niños desfavorecidos en una pequeña ciudad de Kenia. Esta valiente joven, estudiante de Música en la Universidad Anáhuac del Norte, forma parte del voluntariado Acción Social Universidad Anáhuac (ASUA), una iniciativa que se dedica a brindar apoyo en distintas áreas a comunidades vulnerables.
Un viaje en busca de generar un cambio positivo
María Eugenia se enteró de la oportunidad de participar en una brigada a África a través de ASUA y no dudó en unirse al equipo. Junto con otros 55 estudiantes de diferentes carreras y estados de la Universidad Anáhuac, partieron hacia Ukunda, una pequeña ciudad en Kenia, donde la pobreza y las condiciones de vida son extremas. En este lugar, donde apenas hay una calle pavimentada y todo lo demás es tierra, los voluntarios enfrentaron el reto de llegar a todos los sitios caminando.
Un esfuerzo colectivo para hacer la diferencia
Cada estudiante, según su área de estudio, tuvo la oportunidad de elegir la actividad en la que deseaba involucrarse. Los alumnos de Medicina se dedicaron a administrar vacunas, mientras que aquellos interesados en el medio ambiente trabajaron en la limpieza de la playa y la recolección y quema de basura. María Eugenia, por su parte, se enfocó en impartir enseñanza en una escuela, utilizando su guitarra para enseñar canciones en español e inglés a los niños, quienes hablan suajili, el idioma local. Incluso compuso una canción sobre la importancia de lavarse las manos para inculcar hábitos de higiene que perduren toda la vida.
Una experiencia trascendente con niños en situación de extrema pobreza
María Eugenia tuvo la oportunidad de trabajar con niños pequeños, desde bebés hasta aquellos de ocho años de edad, en una escuela llamada Sunrise, equivalente en México a una mezcla entre un jardín de niños y una primaria. Durante su estancia, pudo ser testigo de la dura realidad que enfrentan estos niños en su día a día, muchos de los cuales pasaban días sin comer y se desmayaban a causa de la desnutrición.
Un regreso lleno de proyectos solidarios
Después de un mes repleto de emociones, aprendizaje y crecimiento personal, María Eugenia y su compañera de viaje regresaron a México el 20 de junio. Sin embargo, esta experiencia ha dejado una profunda huella en ella y ahora se encuentra pensando en crear una asociación con el objetivo de recaudar fondos y enviar ayuda a Kenia. Con tan solo dos mil pesos mexicanos, se puede alimentar a un niño durante un año en este país africano, gracias a la diferencia en el tipo de cambio con el chelín, su moneda local.
Una lección de amor y gratitud
Para María Eugenia, lo más valioso de esta experiencia fue la conexión que pudo establecer con los niños, el inmenso amor y los momentos de calidad que compartieron juntos. A pesar de los obstáculos y las dificultades, fueron los niños quienes les enseñaron a los voluntarios una lección inolvidable sobre la importancia de amar y valorar lo que se tiene.
Esta historia inspiradora nos invita a reflexionar sobre la necesidad de apoyar a los más vulnerables y trabajar juntos para generar un cambio positivo en nuestras comunidades y en el mundo.